Aunque nuestra historia no es parca en horrores, las recientes matanzas en Tlatlaya e Iguala, y las abundantes fosas clandestinas parecen apuntar a un momento de decisión. Aunque hay quien quiere transformar los eventos en un tema de política nacional, lo que evidentemente no funciona bien son los gobiernos locales. En Guerrero, Michoacán y Tamaulipas, por ejemplo, no pueden garantizar la seguridad de los ciudadanos, es decir, no gobiernan. En Coahuila se endeudó al gobierno estatal a extremos absurdos, pero Chihuahua, Quintana Roo, Nuevo León, Veracruz, Nayarit y Sonora deben hoy más de lo que reciben de participaciones federales, que es casi su único ingreso.